viernes, enero 08, 2010

Prólogo de Eloisa Otero a Litro de versos.

Después de muchas lunas…

Viajábamos en un viejo coche, mientras sonaban ‘Ratita bonita’, en una versión lentísima, y ‘Seré mecánico por ti’, de Kiko Veneno… ¿Habrán pasado 21 años desde entonces? No. En realidad eso sucedió hace mucho más tiempo, en una época en que nos hubiera gustado ser punkies y escupir palabras verdaderas sin que importara la sangre. Es una metáfora, claro. No se puede "querer" ser punk. Como dice Garrafis: se es, o no se es punk.

Hace 21 años, no obstante, supongo que cada cual había tomado su camino y tuvieron que pasar muchas lunas hasta que volvimos a encontrarnos, unos con otros, y con el recuerdo de los que ya no estaban, también, como si la vida fuera algo más que eso que se escapa de nosotros hasta dejarnos exhaustos, como si los ausentes no formaran parte sólo de lo que fuimos sino de lo que llegaremos a ser.

Huyendo cada noche de mí
di los rodeos más extraños
llegando siempre
sin remedio,
casi siempre crispado,
a donde había prometido no volver.

Hace ya más de 20 años que se produjo la disolución del Telón de Acero y la caída del Muro de Berlín. Y aunque en aquel entonces el Ayatolá Jomeini ofreció una recompensa de tres millones de dólares por matar a Salman Rushdie, condenado por escribir ‘Los versos satánicos’, el escritor aún sigue vivo. Pero hete aquí que siete años antes, en 1982, Siniestro Total ya cantaba aquello de ‘Ayatollah, Ayatollah, no me toques la pirola…’, advirtiendo de lo que se nos venía encima. Claro que los fundamentalistas (de todo tipo) nos han seguido tocando la pirola a todos y todas, cada vez más.

Hacia 1988 está datado este ‘Litro’ de versos con solera de Felipe Zapico (’Zapi'’). Es decir, sólo un poco antes de que Internet dejara de ser un sueño gracias al físico Tim Berners-Lee. En aquella época Zapi leía a Bukowski (no los poemas todavía) y recomendaba ‘La máquina de follar’ (que nunca llegué a leer, por cierto). Siempre sospeché que aquello era un puro atavismo, aunque tiempo después apreciaríamos en lo que valen los poemas devastados del gran Chinaski, porque sí, porque el amor puede ser un perro infernal y hay cosas que Shakespeare nunca hizo.

Acopié gozos
llegó el yermo
y fue tanta la tristeza
que sólo pude escribirlo.

Los poemas, con el tiempo, mas que amarillear se pueden convertir en objetos simbólicos-melancólicos-secretos. Y ahora resulta que Zapi, el que se esconde tras ese poderío con el que se crece sobre el escenario cuando ejerce de Deicida, ha tardado precisamente 21 años, o más, en sacar del armario (o almario) este ‘Litro’ para ofrecérnoslo a pequeños tragos. Asumiendo eso de que "la escritura puede ser una trampa" de Bukowski, frente al "nunca llegarás a nada" de Benet.

Estalló un vaso a nuestros pies
dos bofetadas sirvieron para educarle
las mujeres me admiraron esa noche
pero durmieron con los hombres
que se habían quedado quietos
muy quietos.

(De ‘Tragos’)

¿Se notará en estos poemas el paso del tiempo? Porque son versos de amor y desamor, en los que burbujean las palabras y sus huecos como algo necesario. Como un conjuro contra la soledad, las heridas, la desventura, la fragilidad, el desvalimiento o la locura. Porque expresarse a través de la fractura tiene sus riesgos.

Como pudo decir Bukowski: "Un poema es una ciudad llena de calles y de cloacas (…) / un poema es el mundo". Y como dijo Samuel Beckett "ser artista es fracasar donde ningún otro se atreve a fracasar". Pero es a Bukowski a quien están dedicados estos versos de un libro inédito de Zapi, ‘El ladrón de peras’:

Algunos descubren al poeta,
al hombre que sabía amar,
y escribía duro, cortante,
tan romántico como una motosierra
en Finlandia.
Henry te adoro, me has contado
cómo es la vida
aunque yo no tenga ni puta idea
de qué hacer con la mía.
Y para el que no lo sepa
escribía como los ángeles,
del infierno,
por supuesto.

Y de ese mismo libro extraemos otro poema, fechado en Córdoba, el 23 del XI de 2007, en el que sí se nota que han pasado 20 años, o más:

No eres un clavo ardiendo
pero me abrasas.
No eres una tabla de salvación
pero me reflotas.
No eres la fuente de la vida
pero me sacias la sed
tan lejana, tan antigua.
No eres una gata
pero me arrullas.
No eres tantas cosas,
que las que eres
me encantan, me salvan, me enamoran

o incluso en este otro, más reciente, que lleva el título de:

‘Consejos contra la gripe humana’

No beses
si no amas.
No des la mano
si no sientes afecto.
No des la espalda
ni a tu padre.

Ahhhh…!
Pues sí, hace bastante más de 20 años que no me puedo escapar a tu poder de seducción, querido amigo. ¿Será cierto que hemos cambiado de siglo? Si no fuera por los avances de la física cuántica y la mecánica ondulatoria y por la blogosfera y el facebook y las nuevas tecnologías digitales y todo eso de viajar por el ciberespacio virtual… yo diría que no… la verdad.

En fin, hace más de 20 años quizá ya intuíamos que la mejor inversión de una vida es la del cariño, tal y como lo expresó Raymond Carver poco antes de morir:

And did you get what
you wanted from this life, even so?
I did.
And what did you want?
To call myself beloved,
to feel myself beloved on the earth.

[¿Y conseguiste lo que
querías de esta vida?
Lo conseguí.
¿Y que querías?
Considerarme amado, sentirme
amado en la tierra.]

ELOÍSA OTERO
(En León, septiembre de 2009)

–––
[P.D.: Este ‘Litro’ nunca hubiera sido el mismo sin el trabajo y la exploración de Juan Rafael en torno al concepto de PINTURA: "Aquello que recubre / (o disimula) / las fronteras de los espacios que habitamos". Brindemos pues, también, por la mixtura singular de este brebaje irrepetible destilado a cuatro manos… ¡Salud!].

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